¿CÓMO ES VIVIR CON UN TRASTORNO PSICOLÓGICO? 

Hoy hemos tenido la gran oportunidad de hablar con Lola, una chica de 22 años que ha sido diagnosticada de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) y trastorno límite de la personalidad (TLP). A través de su historia, pretende concienciar sobre la importancia de normalizar los trastornos psicológicosy romper los estereotipos y prejuicios asociados a ellos, así como hacer empatizar a las personas que no conciben los trastornos psicológicos como un problema de salud.

Creo que la mejor manera de empezar a comprender qué es un trastorno psicológico y cómo afecta es leyendo dos frases de Lola:

"Yo siempre he querido mejorar, pero no sabía como. Esto me provocaba gran frustración. Ahora tengo ciertas herramientas que me sirven de gran ayuda, pero aun así es muy difícil porque tengo interiorizados comportamientos desde hace años y es complicado cambiar ciertas cosas. Hay gente que piensa que estoy mal porque quiero o porque no hago lo suficiente, pero la realidad es que yo me esfuerzo mucho por mejorar cada día"

"Ahora mismo me siento como si estuviera subiendo una cuesta súper empinada avanzando un poco cada día, pero a veces tengo que descansar y ese descanso puede durar días o incluso semanas, pero eso no quiere decir que luego no vaya a seguir luchando"

HISTORIA DE LOLA

Lola empezó a sentirse muy triste a partir de los 10 años, edad con la que comenzó a decirle a su madre que se veía gorda. Su madre decidió llevarla al médico creyendo que si un profesional la pesaba y le decía que estaba bien de peso Lola dejaría de tener esos pensamientos. Tras acudir al médico, la entrevistó y derivó al psicólogo y psiquiatra.

"Recuerdo que la pediatra me preguntó: Lola cariño ¿tú como te ves? Y yo empecé a llorar desconsoladamente. No era consciente de lo que me estaba sucediendo, yo era solo una niña. Pero tengo un recuerdo bastante malo de ese día"

Tras derivarla al psiquiatra, este le recetó mediación antidepresiva y le realizó muchas pruebas de evaluación. A partir de este momento, comenzó a acudir al psicólogo y psiquiatra de la sanidad pública una vez al mes durante los siguientes 7 años.

"Recuerdo que a esta edad comencé a autolesionarme cuando sentía gran frustración o rabia sin saber si quiera lo que era realmente"

Y así lo reflejaba en su diario, en el cual se puede leer como a esta edad tan temprana tenía pensamientos suicidas como "me quiero morir, por favor, aunque por dentro ya esté muerta".

• Si quieres leer información sobre el suicidio puedes leer nuestro artículo "Rompiendo el estigma social del suicidio"

"Ahora lo pienso y digo ¿cómo una niña tan pequeña puede hacer o pensar esas cosas? Tan inocente..."

En estos años no tuvo cambios de peso significativos, aunque si comenzó a hacer ejercicio excesivo cuando no se sentía cómoda con su peso o alimentación.

"Desde pequeña he tenido una gran distorsión de mi imagen, me veo de una manera que realmente no soy. Ha habido épocas en las que cada día me he encontrado un defecto diferente, incluso los dedos de la mano. Había veces que me veía el cuerpo de una forma diferente a cada hora, yo me miraba, me tocaba las piernas y me decía es tu cabeza, no es real. ¿Por qué nadie puede ayudarme?"

A partir de los 14 años (3ªESO), aunque el rendimiento académico descendió, seguía aprobando todo, pero empezó a perder peso de manera excesiva, en algunas ocasiones se provocaba el vómito, dejaba de comer y tenía pensamientos suicidas. Con esta edad empezó a fijarse más en las calorías de los alimentos y llegó a perder 7 kilos en un solo mes. A pesar de que trataban de controlar su peso, lo hacían una sola vez al mes, por lo que Lola siguió adelgazando, se mareaba, se le empezó a caer el pelo, a secar la piel y desapareció su menstruación (amenorrea).

Tras una pérdida de peso tan significativa, tenía que hacer una comida al día en la unidad de trastornos de la conducta alimentaria (UTCA), donde finalmente la ingresaron debido a la pérdida continua de peso. En este momento le diagnosticaron anorexia nerviosa.

"El primer ingreso fue muy duro, entras allí sin conocer a nadie, con chicas a las que le pasa lo mismo, no puedes salir y además no puedes hablar con tus padres hasta haber mejorado bastante. Además, tuve que pasar allí mi 15 cumpleaños y solo pude ver a mis padres media hora."

"Estuve ingresada durante un mes, y cuando llevaba mas o menos 15 días conseguí una cinta métrica y, como yo tenía todas mis medidas estudiadas, noté que seguía adelgazando a pesar de estar comiendo mucho más. Mi metabolismo estaba descontrolado"

"Salí muy contenta porque, a pesar de haber estado comiendo normal, estaba delgada, por lo que al salir seguí comiendo normal durante dos meses, hasta que empecé a notar que estaba engordando de nuevo"

A los 15 -16 años cambió de colegio, empezaron los atracones de comida, después ayunaba durante varios días y se autolesionaba. Tras un intento de suicidio ingresaron a Lola de nuevo, esta vez en la planta infanto-juvenil de psiquiatría, por lo que fue más difícil ya que había gente con todo tipo de trastornos.

"Cuando me autolesionaba sentía gran alivio, es difícil de explicar. Después de sentir mucha tristeza, enfado o frustración ver la sangre conseguía aliviarme. Yo me odiaba a mi misma inconscientemente por lo que autolesionarme era lo que me aliviaba, era mi forma de sacar mi rabia. Esta era mi forma de gestionar mis emociones"

En el nuevo colegio Lola sufrió bullying y dejó de ir a clase sufriendo una grave depresión que dio lugar a un nuevo intento de suicidio.

"Mis padres no entendían por qué no iba al colegio, no entendían que fuera tan grave como para faltar a clase. Es muy difícil ver que nadie a tu alrededor te entiende, intentar explicar tu enfermedad pero que resulte inútil hacerlo, que te miren con pena como si estuvieras loca"

Finalmente, consiguió terminar la ESO, pero se quiso cambiar de colegio de nuevo (17 años). En este nuevo colegió encontró un buen grupo de amigos, pero seguía con atracones y el rendimiento académico bajó mucho, por lo que empezó a faltar a clase y no pudo terminar bachillerato.

"Mis padres no entendían que yo en ese momento no podía estudiar, y en realidad empezaron a entenderlo hace un año más o menos"

"El tema de los estudios es algo que me ha afectado bastante, pero poco a poco lo estoy asumiendo y se que en un futuro lo podré retomar si es que quiero"

A los 19 años pasaba mucho tiempo en la cama, con graves síntomas depresivos. Fue entonces cuando recurrió a PRISMA, entidad privada especializada en TCA.

"Allí eran muy estrictos, yo tenía que ir 3 días a la semana de 14:00 a 19:00, comía y merendaba allí, y hacíamos terapia en grupo. Era muy diferente, aquí nos ayudábamos unas a otras, sin embargo, en la UTCA no nos tenían tan controladas, comparábamos quien estaba más delgada y nos perjudicábamos entre nosotras. Por el contrario, en PRISMA los profesionales me quitaron los espejos y fueron a mi casa a llevarse la ropa que ya no me valía, hacíamos cada semana 1 o 2 salidas en grupo y tenía que comerme todo sin rechistar"

El motivo por el que no se puede dejar comida en el plato es que, una persona con TCA al dejarse comida siente una sensación de alivio y piensa, por ejemplo, que gracias a no comer eso no va a engordar tanto. Esto puede reforzar conductas desadaptativas y puede resultar perjudicial, por lo que hay que tratar de evitarlo.

"Mejoré una temporada, sin embargo, me volvieron a ingresar en un hospital público con 20 años, y, al ser mayor de edad, tuve que estar en la planta de psiquiatría. Fue horrible, lo pasé muy mal y vi de todo. Los médicos trataban a otros pacientes de forma que a mi no me gustaba, parecía que se estaban riendo de ellos"

"A mi el psiquiatra me decía: tu a los demás ni caso que esta gente está muy mal, tu haz como si estuvieras viendo la tele para entretenerte"

"En la sanidad pública no eran estrictos con la comida, yo tenía que explicarle al psiquiatra que estaba en un proceso en el que me lo tenía que comer todo"

Lola estuvo ingresada dos semanas y podía salir 3 horas al día, por lo que la vuelta al hospital se volvía muy dura cada día después de estar con la familia. Después del ingreso estuvo peor durante 4-5 meses, hasta que gracias a su hermana encontró una nueva psicóloga con la que fue mejorando de manera progresiva hasta conseguir salir de su grave depresión. Fue entonces cuando le diagnosticó el TLP.

"Ya me habían comentado lo del TLP antes, más o menos desde los 15 años, pero como no era mayor de edad no me podían dar un diagnóstico. Esto me parece realmente mal, porque de haberlo sabido, podría haber empezado a trabajar en ello antes".

"Esta psicóloga fue la primera en explicarme lo que me ocurría y cuáles podían ser los motivos, y esto me ayudó bastante. Saber eso me dio muchas claves que ayudan a mi recuperación"

"Actualmente estoy en un momento en el que he conseguido mejorar mucho aunque aun no soy capaz de controlar del todo las comidas, pero estoy trabajando en ello".

Este artículo esta dividido en tres partes, en la segunda parte Lola nos cuenta cómo han afectado sus problemas en cada ámbito de su vida (familiar, social, escolar y emocional) y en la tercera hablamos con ella sobre la necesidad de visibilizar los trastornos psicológicos, nos cuenta qué ha echado ella en falta durante todo el proceso y cómo se podrían mejorar ciertos aspectos. Además nos explica qué le diría a su yo del pasado o a alguien que se encuentre en una situación parecida a la que ella ha vivido y nos deja unas conclusiones y reflexiones que todo el mundo debería leer.

Gracias Lola por abrirnos tu alma y compartir tu experiencia con otras personas para intentar ayudar. Ojalá alguien pueda beneficiarse de todo lo que nos has transmitido y aprender sobre ello, tanto para aprender a ayudar a otras personas como a ellos mismos. Eres un gran ejemplo de superación.